
Inversiones bursátiles ofrecen diversas opciones, cada una con características y riesgos distintos:
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Acciones: Representan una parte del capital de una empresa. Al invertir en acciones, te conviertes en accionista y puedes beneficiarte de los dividendos (si la empresa los distribuye) y de la apreciación del precio de la acción en el mercado. Las acciones pueden ser de diferentes tipos (ordinarias, preferentes) y de empresas de diversos sectores y tamaños. El riesgo asociado a las acciones es mayor que el de otros activos, ya que su valor puede fluctuar significativamente.
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Bonos: Son instrumentos de deuda emitidos por gobiernos (bonos soberanos) o empresas (bonos corporativos). Al invertir en bonos, estás prestando dinero al emisor a cambio de recibir pagos de intereses periódicos (cupones) y la devolución del capital al vencimiento. Los bonos se consideran generalmente menos riesgosos que las acciones, pero su rendimiento potencial también suele ser menor. La calificación crediticia del emisor es un factor clave a considerar al invertir en bonos.
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Fondos Mutuos: Son vehículos de inversión colectiva que agrupan el dinero de varios inversores para invertir en una cartera diversificada de activos (acciones, bonos, etc.). La gestión de la cartera está a cargo de profesionales. Los fondos mutuos ofrecen la ventaja de la diversificación y la gestión profesional, pero también implican el pago de comisiones de gestión. Existen fondos mutuos de diferentes tipos, según su objetivo de inversión (renta fija, renta variable, mixtos, etc.).
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ETFs (Fondos Cotizados en Bolsa): Son similares a los fondos mutuos, pero se negocian en la bolsa de valores como si fueran acciones. Los ETFs suelen replicar un índice bursátil (por ejemplo, el S&P 500) o un sector específico. Ofrecen diversificación a bajo costo y son más líquidos que los fondos mutuos. Al igual que las acciones, los ETFs pueden comprarse y venderse a lo largo de la jornada bursátil.
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El trading en línea con CFDs (Contratos por Diferencia) es una forma de especulación financiera que permite a los inversores operar sobre los movimientos de precios de diversos activos sin poseerlos directamente. En lugar de comprar o vender el activo subyacente (acciones, índices, materias primas, divisas, etc.), se celebra un contrato con un bróker para intercambiar la diferencia entre el precio de apertura y el precio de cierre de la operación.